Vecinos de sillón

viernes, 13 de febrero de 2009


Ir a menudo a un hospital no tiene ninguna ventaja. O yo no se la veo. Si al menos dieran un vale de salud cada x visitas... Algo así:

El portador de la presente queda inmunizado durante seis meses para virus, bacterias y bichos varios terminados en coco y oma.

Entonces ya irías con otra alegría, digo yo.

Hoy nos hemos encontrado con la madre de una amiga mía de la infancia, viuda desde hace un par de años, que se ha puesto a relatarnos casi por órden alfabético todas sus dolencias.
-Venga, Pilar, si desde que te conozco, y va para cuarenta años, siempre has estado mala.
-Claro, pero ahora más
-Nos ha jodío mayo. Pues como el resto de los mortales.

Y como si con lo suyo no fuera suficiente, nos ha contado la agonía de su marido, lo mal que lo pasó con la quimio y todos los pormenores de su sufrimiento. Y todo eso minutos antes de que a mi padre le metiesen un chute en vena de cuatro horas.

Una vez dentro de la sala de torturas, ha salido una señora de hablar con el médico que llevaba en las manos un montón de sobres y botellitas.
-Parece que viene usted del supermercado del medicamento ¡eh!
La mujer no me ha entendido la broma, pero le he dado pie a que me contase el calvario que estaba padeciendo con su marido y todos los síntomas y efectos secundarios que éste estaba sufriendo

Hay que ver lo dados que somos los seres humanos a contar nuestras miserias a los demás.

Por otra parte, creo firmemente que entre vecinos de sillón, como yo los llamo, se establece una relación especial.
-¿Y usted de dónde es? ¿Y dónde lo tiene?
Como si estuviesen hablando de un grano, oye.

Hoy el vecino de sillón de mi padre, que además de compartir grano comparte nombre con él, se ha sacado del bolsillo un bocata de jamón.
-¿Quiere usted la mitad?
Y mi padre, que últimamente a cualquier cosa que sea comestible dice que sí, le ha contestado.
-Venga
Y ahí estaban ambos, jalando a dos carrillos y contándose batallitas, mientras el veneno corría vena abajo vena arriba, para vérselas con el oma de cada cual.

Hay que ser de una pasta especial, no me cabe la menor duda.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu padre es todo un ejemplo de cómo tomarse la vida. Esa pasta especial es admirable.

Un beso bonita.

Anónimo dijo...

Yo creía que todos los hombres se desarmaban frente a situaciones complejas. Si lo de tu padre es fuerza, resignación, lógica o valor... no importa...lo importante es que ambos hacen buena mancuerna. crossingfingers. Y un beso que no está de más :)

Anónimo dijo...

La vida hay que tomarla como viene, y al mal tiempo, buena cara, una vez mas los refranes trabajan.
A eso de tu padre, yo le llamo saber vivir y saber estar.
Un fuerte abrazo

Thalía dijo...

Tienes razón, lo que le gusta a la gente contar desgracias.

Fíjate que estaba yo una vez gorda como una mesa camilla, a puntito de dar a luz, y me da por bajar a la perra en hora punta, es decir a la hora que bajan todas las cotorras a la calle.

Y tenía una a la izquierda, otra a la derecha y otra detrás, hablando sin parar sobre partos con sangrados múltiples, uvis de recien paridas, niños morados, cabezas apepinadas, forceps, ventosas, etc.

Con lo fácil que hubira sido contar un parto normal y corriente, como los míos.

Ainssss, y esa lucha por ser el más desgraciado, ¿quién nos la enseño?

Besos guapa y mucha fuerza para el papi