Una gota de amor

martes, 10 de febrero de 2009


Érase una vez una gota de lluvia que no encontraba su lugar.

Probó suerte para mojar la tierra. Se apuntó a la siguiente tormenta de verano, programada para dos días después. Sus compañeras le habían contado que no había sensación tan gratificante para una gota como refrescar un suelo cuarteado por la sequía. La avisaron de que tenía que estar pronto en la convocatoria para coger un buen sitio para salir de las primeras, pero ese día se entretuvo hablando con otra gota y cuando llegó a la fila no había opción de escoger. Terminó cayendo en el paraguas floreado de una señora malhumorada que la llevó con prisas de aquí para allá y que acabó sacudiéndola con fuerza sobre el asfalto. Desilusionada, se evaporó y volvió a su nube.

Otro día fue a una tempestad en el mar, pero le dio mucho miedo. También habían acudido sus primos, los truenos y los relámpagos, y desde pequeña les temía. Los primeros la asustaban con su manía de gritar tanto para hacerse notar y a los segundos les encantaba llamar la atención iluminándose como un presuntuoso árbol de Navidad. Nada que ver con ella.
Las otras gotas de lluvia disfrutaban en noches así, sobre todo si encontraban en su camino algún barco. Se unían a sus hermanas, las gotas de mar, y salpicaban con fuerza a los marineros, cegándoles. Completamente empapados, intentaban quitárselas de encima para poder distinguir alguna luz amiga que les guiase, pero cuanto más se empeñaban ellos en despojarse de las gotas, más insistían éstas en dificultarles la labor. La gota diferente era tranquila, sensible, de buen corazón, y no le gustó la experiencia.

Días más tarde fue a una piscina. Cuando todas las gotas terminaron de caer, un conjunto de chiquillos penetró en ellas con sus alborozados gritos. Los niños palmoteaban en el agua y se la mandaban deprisa de unos a otros utilizando las manos y los pies. La gota disfrutó bastante yendo de un lado a otro mojando la piel de los crios, que rieron entusiasmados durante mucho tiempo; pero cuando ellos se fueron y la quietud se adueñó de la piscina, comprendió que tampoco estaba destinada a eso.

Pasaban los meses y la gota seguía siendo diferente a las demás. Había llenado embalses, regado bosques y utilizada para bebida de animales. Se había dejado caer en ciudades y pueblos, en carreteras y caminos, en ventanas y cristales. Pero nada de eso había conseguido que estuviera satisfecha y languidecía pensando que jamás encontraría lo que estaba buscando.

Cierta noche estaba mirando sin interés cómo las otras gotas de lluvia caían sobre Madrid y de repente algo llamó su atención. Dos personas estaban de pie, sin protegerse de ellas, muy cerca la una de la otra. Parecía no importarles que resbalaran por su pelo y sus ropas, diríase por su forma de mirarse que ni siquiera eran conscientes de ello. Adivinó enseguida lo que iba a pasar y en ese preciso momento tuvo la certeza de lo que quería ser. Se preparó para salir y apuntó bien. Mientras caía iba modificando su trayectoria, no mucho, lo suficiente para ir a parar al sitio adecuado, al idóneo, al perfecto. Se posó suavemente en el labio superior de la mujer un instante antes de que la boca de los dos se acoplara. Se mezcló con la saliva de ambos, y mientras se deslizaba por sus lenguas, en una lucha en la que no había ni vencedores ni vencidos, pensó que por fin había encontrado su lugar.

Ya no se consideraba una gota diferente, ahora era y sería ya por siempre, una gota de amor.

8 comentarios:

olinda dijo...

Precioso, bellísimo!

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el viaje de esa gota y su destino.

Besos

Labegue dijo...

Qué bonitoooooooooooooooooooo!!!!!!
Qué bonitoooooooooooooooooooo!!!!!!


(si es que en el fondo eres una romántica)

Besísismos

Anónimo dijo...

Que tierna eres.

Es una entrada preciosa, gracias.

Besos

Anónimo dijo...

A mi se me hace que la que se equivocó no fué Juany, sino algún despistado que cambió geografías... y si te lo mando pa que le exprimas gotas de ternura? ;)

Seda dijo...

Pero vamos a ver...¿es que nadie piensa que se me ha ido la olla por imaginarme gotas parlanchinas y con pensamientos y deseos? jajajaja ¿soy la única?
¡Qué buenas amigas sois! jajajaja

Luji...tú mándalo, pero aviso... Santa Rita Rita...

Anónimo dijo...

uuuu, pensando yo que me ibas a mandar algo a cambio sin tener que pedírtelo.... mmmmm...

Lo de irse la olla en febrero y pensar que acuarianas van a respingar...hija.... tu no aprends ehhh

Seda dijo...

Y yo pensando que no te importaba compartirlo ;)