martes, 24 de febrero de 2009
Hay un programa en TeleAragón titulado "Aragoneses por el mundo", que trata precisamente de eso, de aragoneses que viven en otros países, por trabajo o por amor, principalmente.
Un reportero va a verles y ellos le enseñan la ciudad en la que viven, le cuentan el motivo que les llevo allí y le muestran cómo es su día a día en un país que no es el suyo, aunque la mayoría ya lo tiene adoptado.
Yo procuro no perdérmelo y me sigo sorprendiendo en cada emisión de la valentía de la gente que deja atrás ciudad, familia, amigos, cultura y raíces para embarcarse en una tremenda aventura, la mayor parte de las veces sin conocer apenas el idioma.
Los que más asombro me causan, a la par que una ternura infinita, son las personas que conocen en su tierra a alguien de otro país y cuando él o ella decide regresar, ellos deciden a su vez que le seguirán allá donde vayan. Eso es amor, y lo demás tonterías. Inconsciencia, lo llamarían otros.
A mí me encanta viajar, aunque no lo he hecho demasiado. Cuando tenía dinero, mi entusiasmo no era compartido por quien debía, y ahora que soy dueña de mi tiempo y de mis silencios no tengo pasta. Así que el uno por el otro, la casa sin barrer.
Hace cinco años me fui sola de vacaciones por primera vez en mi vida. No me fui muy lejos, menos de 700 kilómetros, a una ciudad costera del norte. Desayunaba, comía, cenaba y dormía sola. Y me encantó. Me levantaba temprano, salía a la calle y simplemente cruzándola me encontraba de frente al mar. Me quitaba las sandalias y caminaba por la orilla de la playa, permitiendo que las atrevidas olas jugasen con los dedos de mis pies y encontrándome solamente con gente solitaria como yo, que hacía ejercicio, o jugaba con su perro. A veces me sentaba en la arena durante un buen rato sin hacer otra cosa que mirar el horizonte, otras buscaba el ángulo perfecto para hacer fotografías y otras, las menos, me lamentaba mentalmente de tener que disfrutar de toda aquella belleza en soledad.
Me encantaría conocer París, la ciudad de la luz, pasear por su boulevares, sentarme en una de las terrazas de sus encantadores cafés, desayunar sus croissants, mezclarme con la gente y sentirme de allí. Aunque me temo que París no es una ciudad para visitar a solas.
Por cierto, la fotografía que encabeza esta entrada es mía, de aquellas vacaciones de hace cinco años.
5 comentarios:
Qué valentía la tuya. Unas vacaciones sola, no es fácil.
Paris es precioso, ahora con las compañías low cost te sale baratito. Anímate, merece la pena aunque vayas sola, es una ciudad mágica.
Besote
(muy bonica la foto, por cierto)
París.... menos mal que no te llaman las cascadas de Iguazú por ejemplo...
Igual y en una de tantas.... nos cuelgas fotos hechas por algún acompañante que desayunaba contigo en París
(En Francia aún se fuma en cafés?)
Cuando era jovencilla (ejem...ejem...) dejé todo y me fui a Inglaterra sin saber decir ni yes. No encontré el amor de mi vida, pero sí me crecieron las alas que estaba necesitando...
En cuantito pase un poco la crisis, tu y yo nos vamos a París aunque sea en auto-stop. ;)
No, Ana, si lo malo no es el viaje en sí, sino todo lo que conlleva.
Luji, cuando me apetezca cruzar el charco...sé que tengo a alguien por aquellos lares, bien sea para charlas en la cocina o para ducharnos en las cataratas. Y no, supongo que no se fuma en los cafés franceses.
Sauce, tengo una curiosidad... ¿qué pensarías si uno de tus hijos quisiera hacer lo mismo que hiciste tú? Tengo una amiga, un poco mayor que yo, que con 16 años se cogió una mochila y se fue a Londres también. Su padre le compró el billete de ida y el de vuelta y... nada más, tuvo que buscarse la vida ella sola desde que bajó del avión. Ella dice lo mismo que tú, que le enriqueció montones pero eso sí...le salían canas verdes sólo de pensar que alguno de sus hijos hiciera algo así (tiene tres)
De todos modos, te cojo la palabra con ese viaje a París (y ya sabes que no hace falta que lo apunte en ninguna agenda jajajaja)
A mi me encanta viajar y de "jovencita" agarré una mochila y me fui a la m.... Así estuve tres años viajando por toda Europa, durmiendo en estaciones de tren, plazas, casas abandonadas y trabajando en las cosechas de olivas, naranjas, flores (que yo no tenía dinero!). Durante tres años no estuve más de tres meses en el mismo lugar. Lo mismo hice en Brasil, pero ahí casi me violan y me matan. En Recife me calmé y busqué un compañero.
Ya estuve muerta de miedo con que mi hija hiciese lo mismo, me amenazó y todo, pero no tuvo coraje... por suerte.
Paris es precioso...solo para pasear. No me gusta el clima
Besos Seda y hasta pronto
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