martes, 2 de febrero de 2010
Antes de que una lectora de este blog caiga redonda muerta matada a causa de los efectos de oviovaísmo, y que por consiguiente la losa implacable de la culpabilidad caiga sobre mí y haga añicos mi rebuenismo emocional, me decido a escribir una nueva entrada.
Podría escribir sobre la honda, pero que muy honda, satisfacción que me produce saber que si sale adelante esa especie de proyecto que tiene en mente el gobierno, voy a tener que estar dando el callo hasta los 67 años. Ya me parecían excesivos los 65 para poderme dar el lujo de irme a vivir de las rentas a la orilla del mar con un wenorro cincuentón, así que ahora ando toda estresada pensando que tendrán que ser dos años más. Y yo no es que entienda mucho de economía, pero a ver... si tenemos cuatro millones de parados, que se dice pronto, no creo que bajar este número pase porque los que tenemos trabajo sigamos en él hasta el infinito y más allá.
Podría escribir sobre la bienhallada SGAE, con la que llevo batallando seis días ¡seis! a base de teléfono, fax y correo electrónico (que sólo me ha faltado el tam-tam) porque se empeñan en cobrarme algo que se pagó en su momento y que no hay manera de que lo encuentren. Prometo seguir informando sobre estos golfos apandadores.
Podría escribir sobre Caroline, una pacífica a la par que ardorosa ama de casa británica, a la que han condenado a ocho semanas de cárcel por hacer caso omiso a todas las amonestaciones anteriores que la requerían para que gritase más bajito al hacer uso del matrimonio. Todo el barrio de la buena mujer cree que están asesinando a alguien cada vez que ella pone los ojos en blanco y hasta se personó en la casa de un vecino un empleado del ayuntamiento para medir los gritos. El resultado de la medición arrojó la increíble cifra de 47 decibelios. Caroline, toda ofendida por lo que considera un ataque a su intimidad (una intimidad compartida con el vecindario al completo, eso sí) dijo que no iba a dejar de gritar y que lo único que podía hacer era fornicar por la mañana en lugar de por la noche, para así molestar menos.
Podría escribir sobre el día en el que por fin pueda estar en la puerta de llegadas internacionales del aeropuerto de Madrid, con el corazón desbocado y la sonrisa en mis brazos, los mismos brazos que llevan años ensayando aferrarse a su cuerpo. Desvelarnos hablando pendejadas, reirnos como si se acabara el mundo, mirar cómo trajina en mi cocina mientras se bebe mi vino, y sorprendernos cada minuto de que finalmente se cumpliera el sueño. Y morirme de tristeza cuando se vaya. Lloraré, lo sabes, pero...¿cuánto habré reído durante esos días?
Podría escribir sobre camas vacías y almas rebosantes, sobre calendarios que vuelan y sillas quietas, sobre barandillas que crujen y papeles ordenados, sobre teclas pulsadas y olvidos enrollados, sobre gaviotas inmunes y tildes con estrabismo, sobre sentimientos inanes y campanarios rajados, sobre llaves acartonadas y cartones oxidados, sobre tijeras sin ojos y peregrinos sin barba...
Podría escribir sobre todo eso y sobre más, pero creo que sería escribir demasiado.
Podría escribir sobre la honda, pero que muy honda, satisfacción que me produce saber que si sale adelante esa especie de proyecto que tiene en mente el gobierno, voy a tener que estar dando el callo hasta los 67 años. Ya me parecían excesivos los 65 para poderme dar el lujo de irme a vivir de las rentas a la orilla del mar con un wenorro cincuentón, así que ahora ando toda estresada pensando que tendrán que ser dos años más. Y yo no es que entienda mucho de economía, pero a ver... si tenemos cuatro millones de parados, que se dice pronto, no creo que bajar este número pase porque los que tenemos trabajo sigamos en él hasta el infinito y más allá.
Podría escribir sobre la bienhallada SGAE, con la que llevo batallando seis días ¡seis! a base de teléfono, fax y correo electrónico (que sólo me ha faltado el tam-tam) porque se empeñan en cobrarme algo que se pagó en su momento y que no hay manera de que lo encuentren. Prometo seguir informando sobre estos golfos apandadores.
Podría escribir sobre Caroline, una pacífica a la par que ardorosa ama de casa británica, a la que han condenado a ocho semanas de cárcel por hacer caso omiso a todas las amonestaciones anteriores que la requerían para que gritase más bajito al hacer uso del matrimonio. Todo el barrio de la buena mujer cree que están asesinando a alguien cada vez que ella pone los ojos en blanco y hasta se personó en la casa de un vecino un empleado del ayuntamiento para medir los gritos. El resultado de la medición arrojó la increíble cifra de 47 decibelios. Caroline, toda ofendida por lo que considera un ataque a su intimidad (una intimidad compartida con el vecindario al completo, eso sí) dijo que no iba a dejar de gritar y que lo único que podía hacer era fornicar por la mañana en lugar de por la noche, para así molestar menos.
Podría escribir sobre el día en el que por fin pueda estar en la puerta de llegadas internacionales del aeropuerto de Madrid, con el corazón desbocado y la sonrisa en mis brazos, los mismos brazos que llevan años ensayando aferrarse a su cuerpo. Desvelarnos hablando pendejadas, reirnos como si se acabara el mundo, mirar cómo trajina en mi cocina mientras se bebe mi vino, y sorprendernos cada minuto de que finalmente se cumpliera el sueño. Y morirme de tristeza cuando se vaya. Lloraré, lo sabes, pero...¿cuánto habré reído durante esos días?
Podría escribir sobre camas vacías y almas rebosantes, sobre calendarios que vuelan y sillas quietas, sobre barandillas que crujen y papeles ordenados, sobre teclas pulsadas y olvidos enrollados, sobre gaviotas inmunes y tildes con estrabismo, sobre sentimientos inanes y campanarios rajados, sobre llaves acartonadas y cartones oxidados, sobre tijeras sin ojos y peregrinos sin barba...
Podría escribir sobre todo eso y sobre más, pero creo que sería escribir demasiado.
7 comentarios:
¡Cáspitas! (¿Así mejor?)
Yo con lo que me conformaría sería con escribir la mitad de bien que tú.
Y este piropo es gratis, que estoy generosa.
Besoo!
Pues nada, escribe sobre lo que tú quieras que a mi me encanta leerte sea lo que sea...
Besos reguapa.
Oñooo...y yo soñando con que estando juntas discutiremos montones jajajajajajajja
Beso bo-ni-ta.. que si todo va bien mañana te mando la fotico que te debo XD
(siiiiiii soy odiosaaaaaaaa, pero te entretengo más así que cuando me da por llorar..a que si?)
Me lo dijo Labegue y no me lo creí hasta que lo leí. Precioso párrafo final, por cosas peores a algun@s les han dado un premio.
Enhorabuena.
Luji, jamía...¿y por qué presupones que hablo de ti? ¿ves como además de histriónica y evitadora eres narcisista? jijijiji
Si es que los test que encuentras por los internés son infalibles, como el Papa.
¡Ay, Aureliano! hombre de poca fe (y gracias)
Besos para todos.
muje....como la reina de hablar pendejadas soy yo....XD
Anda, anda.... deja de tocar pelotas que esa tambien es cosa mia XD
Mira lo que me estoy perdiendo....
pero bueno lo voy a recuperar, ultimamente ando un poco dispersa.
Yo también sé que hablas de Luji, se nota, y me da mucha envidia, ya sabes que soy una envidiosa.
Muchos besos.
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