viernes, 19 de junio de 2009
El otro día me comí a un tipo en el ascensor (aviso a las neuronas salidas de algunos/as antes de que se pongan a elucubrar... no fue ese tipo de comida) Resulta que él estaba ya entrando en el ascensor cuando yo abría la puerta del portal. Un vecino normal y corriente hubiese esperado a que yo entrara y subir los dos juntos, bien por hacernos compañía, bien por ahorrar electricidad, bien por lo que fuera o fuese. Pero él no pensó en nada de eso porque hizo ademán de cerrar la puerta como si no me hubiese visto. Vamos, otra cosa no, pero dejarme ver... me dejo.
Así que no me quedó más remedio que usar mi léxico apabullante. ¡¡Espera, que voy!! Y naturalmente tuvo que dejar la puerta abierta, porque hacerse el ciego y el sordo a la vez no iba a colar.
Tanta prisa me quise dar en llegar al ascensor que no me di cuenta de que la caja no estaba a ras del suelo sino un poco elevada, por lo que hacía un pequeño escalón. Pequeño para cualquiera menos para mí, que tropiezo en un tapón de gaseosa. Por supuesto tropecé, no podía ser de otra forma, y fui a parar a los brazos del galán con un estruendo importante. No lo empotré contra la pared porque estos ascensores son resistentes, aunque puse empeño en ello, no creáis.
El tipo en cuestión es... no quería usar esta palabra, pero creo que es la que mejor le cuadra. El tipo en cuestión es el más friki de todo el edificio. De hecho ese día iba vestido con una indumentaria que hacía daño a la vista, y eso que yo no llevaba las gafas (no tropecé por ese motivo, que os veo venir) y el daño fue más liviano. Bermudas floreadas, camisa de rayas metida por dentro de las bermudas, calcetines grises y sandalias marrones. ¡Viva el estilismo!
No tengo nada en contra de los feos, sosos y antipáticos, todos somos hijos de Dios (o eso dicen los curas) pero... ¿no podía haberme comido a cualquier otro, ya que por lo visto estaba escrito que me tenía que comer a alguien?
Me deshice de él recomponiéndome azorada y vi que se miraba el codo con cara de pocos amigos.
-¿Te he hecho daño?
-Pues sí, un poco
¿Pues sí, un poco? había otras posibles respuestas...
-Tranquila, no ha sido nada
-No, y tú ¿estás bien?
incluso...
-Mujer, que si querías abrazarme, que entiendo que te ponga, sólo tenías que decírmelo
Pero no. Pues sí, un poco. Que sólo le faltó decirme... y no te denuncio a la comunidad de vecinos porque me pillas de un amable que asusto.
Agradecido podría estar. Seguro que soy la primera mujer en su vida que se le tira encima. Total, para bajarse en el primer piso.
6 comentarios:
Se llama autoestima... que como todo, en excesos empalaga XD
El se lo pierde, jajajaja, y tu te lo ganas, hombre! como si fuera tan facil tener la suerte que tuvo él de ser abrazado por una tia buena jijijiji
Besos
¡¡¡Que me partoooooooooooo....!!!
Como si lo hubiera visto en una peli. Ja...ja..ja..
Lástima que te tocara el vecino borde.
Besos
Hola Seda, hace mucho que no paseo por aquí pq no tengo más ordenador y rápidamente he entrado desde el cyber donde estoy ahora y vaya que sorpresaaaaaaa, riendome sola en el cyber con tu entrada! jajajajaja
Sos fenomenal
besos a las tres... y hasta pronto espero :)
¡Vaya! de la media docena escasa de comentaristas que tengo, una tiene Internet pero no ordenador, y la otra tiene ordenador pero no Internet. Pues estamos buenos XD
¡Que no sea nada!
Y besos patóspatás
Debe ser la ley de Murphy :)
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