miércoles, 14 de abril de 2010
Esta mañana he vuelto a ir a la seguridad social a que me despojaran de cinco tubitos de mi preciada sangre. Sí, soy reincidente y cabezona. A ver quién puede más, si mi elevado colesterol o yo. Se admiten apuestas.
Hoy no voy a hablar de la torpeza del vampiro a la hora de zancochar mis venas, porque he tenido suerte y me ha tocado la vampiresa buena y ni me he enterado. O sea, que tal como sospechaba, no es que tenga malas venas, lo que hay es poca destreza en el gremio. Algo así como el dicho de que no hay mujeres frígidas sino hombres inexpertos pero aplicado a meterte una aguja en la vena.
Que me desvío del tema. Hoy en la sala de espera me he dedicado a observar y a pensar. Lo sé, eso no se debe hacer nunca y menos en ayunas, pero tengo el atenuante de que voy endrogá perdía a causa de cócteles de antibióticos y calmantes, debido a una infección morrocotuda en una encía, que dicho sea de paso me ha provocado el aspecto de un pavo en la parte derecha de mi cara a causa de un flemón de considerable tamaño.
Pues bien, andaba yo observando a las personas que hacían lo mismo que yo, es decir... esperar a oír su nombre con el estómago vacío. Casi todos eran de avanzada edad, matrimonios de los que llevan 50 años o más juntos, y que se acompañan al médico aunque sólo uno de los dos necesite la visita. Los veía salir de la extracción de sangre con paso torpe, apoyados en su gayata, mientras el cónyuge que se había quedado esperando se levantaba solícito de su asiento y le decía...ven, siéntate aquí. Y me he puesto a pensar en cuando yo tuviese esa edad.
¿Quién me guardaría el asiento? ¿quién me bajaría la manga del jersey? ¿quién me ayudaría a ponerme el abrigo? ¿quién me cogería amoroso del brazo para salir juntos?
Durante unos cortos instantes he sentido envidia de los abuelos.
Después me he ido a desayunar, zumo de naranja natural y una tostada de pan con mantequilla y mermelada. Oye, que me había quedado sin sangre, que había que reponerla. He puesto una servilleta en el mostrador, he sacado de mi bolso la pastilla de antibiótico, que más que pastilla parece un obús, la he partido por la mitad, he añadido una de calmante, y las tres para adentro.
Y se me han olvidado los abuelos.
7 comentarios:
A finales del pasado verano (lo supieron algunos) llegué al hospital por vez primera en ambulancia. Aproveché que mi enano estaba de campamento para por una vez en la vida usar el servicio que pago en una crisis asmática. Entrada a urgencias, tratamiento, raxos x y salida del hospital solita. Y los médicos y enfermeras no paraban de preguntar (joder) que si no había ido nadie conmigo. Como a nadie le gustan los hospitales, prefiero evitar lo mas posible ese dolor de cabeza a mi familia/amigos mientras no sea necesario..... todo esto para explicar que nunca he sentido envidia de las que tienen una pareja que les ayude, siempre he pensado que el tener quién te dé una mano, (familia, amigos, o una enfermera que ese día andaba de buenas) es suficiente para mí.
La futura Tica que te extiende una mano desde este lado del charco... Besos
Espero que no deje de bajarme yo misma la manga del jersey.
Besos guapetona. Ponte buena pronto
La del anónimo soy yo, pa variar...;)
Cuando tengas visiones tiernas de los abuelos, acuérdate de cómo empujan para sentarse en el bus.
Verás como se te pasa.
Brinda conmigo, estoy de cumple ;)
Besos!!
??? Y los resultados?
Hola Seda, me puse al día leyendo tu blog que tanto me gusta. Mientras tu comes cerezas nosotros vemos las hojas de los árboles caer. No me gusta el frío... como los envidio.
Espero que ya te sientas bien y que los resultados sean buenos.... y cuida ese colesterol (emoticon pegando con un palo y luego despues otro emoticon mandando besos y abrazos)
Besos grandotes
Pues no te habrá costado mucho ponerte al día, Oli, porque estoy vaga vaga vaaaaaaaaaaaaga.
Los resultados...demain, que digo yo que a la marcha que llevo esta vez habré subido 50 puntitos o más. Me como al médico, fíjate.
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