Nos pasamos la vida esperando cosas. Las más habituales y solicitadas son que nos llegue el amor de nuestra vida y que nos toque la lotería. O que nos llegue la lotería y nos toque el amor de nuestra vida, no vamos a ponernos tiquismiquis.
Dado que yo no creo en el contigopanycebollapasiempre y que no gasto ni un céntimo en juegos de azar, estas dos situaciones en particular quedan fuera de la alforja de mis esperas.
Lo que yo llevo esperando más de un mes es que me lleguen las ganas de escribir en el blog. O dicho de otro modo, que las musas dejaran de bailar medio desnudas para otros y se decidieran a venir a visitarme. Ahora que lo pienso... ¿por qué tienen que ser mujeres? ¿por qué no hay musos que te visiten de noche? y ahora que lo pienso más... ¿por qué me imagino a las musas en paños menores o directamente sin paños? Seguro que esto tendría que hacérmelo mirar.
En realidad no es porque no hayan pasado cosas durante este tiempo, que sí han pasado, por ejemplo que si estos días atrás me atrevía a preguntar lo que era un fuera de juego, decenas de ojos me atravesaban de parte a parte y los dueños de esas miradas me tildaban poco menos que de traidora a la patria cuando "confesaba" que no había visto el partido contra Honduras.
-¿Pero tú sabes dónde está Honduras?
-Claro, en África
-Muy bien, campeón. A por ellooooooos, oeeeeeeeeeee
Otra cosa que ha pasado es que un amigo me invitó a cenar en Altea. Si me hubiera avisado no hubiera llevado taconazos (lo que conozcan Altea sabrán por qué lo digo) pero como fue una sorpresa y como el que quiere presumir tiene que sufrir...
El restaurante en lo más alto del pueblo, la mesa en la terraza con velitas, y las vistas... ¡madre mía! toda la bahía a mis pies, completamente iluminada. Fue sentarme y quedarme sin palabras.
-¿Te gusta?
-...
-¿No te gusta?
-...
-No te gusta
-...
-Pero dí algo
-¡Calla, coño!
(sí sí, a mí a romántica no me gana nadie)
Otra cosa que ha pasado es que una legión de bacterias ha invadido mis encías. ¿Os acordáis de que hace un par de meses comenté que tenía una infección? Pues no, no era una infección, era la madre de todas las infecciones, vamos... que las toxinas de mi boca tenían montado tal sarao que ríete tú de Sodoma y Gomorra. Tuve que buscar un periodoncista, que es un señor especialista en enfermedades periodontales, que me dijo que las bacterias se estaban comiendo la masa ósea de mis dientes. Si yo les doy de comer cada día pescadito y frutitas y verduritas y de vez en cuando incluso algún pastelito... ¡qué necesidad tenían de comerse también mis dientes! ¡Cabronas! Pero si yo voy al dentista una vez al año sin falta y me cepillo los dientes tres veces al día... Ah, sí, pero esto normalmente es hereditario... ¡la madre que me parió!
Ayer me hicieron la segunda parte del tratamiento (si os interesa ponéis en google "raspaje de encías" y os enteráis, que es muy largo de contar) y ya de paso me tuvieron que extraer una muela, completamente sana, porque ya no tenía remedio.
-Te pongo este algodón en el hueco, y aprieta los dientes un par de horas. Dientes, dientes, que es lo que les jode...
-Aziazzzzzzz
Salgo del periodoncista y llamo a Ana, que tiene siete puntos en la rodilla (otra cosa que ha pasado, pero esa cosa es suya) para contarnos nuestras cuitas.
-¿Dónde estás?
-En la uerta
-¿En la huerta? ¿En qué huerta?
-En la huerta no, en la uerta
-¿En la puerta?
-En la uerta, zí, en la uerta def cote inglé
Otra cosa que ha pasado es que presenté un relato a un concurso. A un concurso de relatos, naturalmente, no va a ser a uno de belleza. Y oye, que quedé entre los doce finalistas, y oye, que de los doce finalistas quedé en primera finalista. O sea... la ganadora y luego yo. Chachi. Y nada, que el viernes me voy camino de la entrega del premio a la ganadora... o sea... yo no, y de la velada literaria que se hará con los finalistas y la ganadora. Venga, aguantad un poco, que ya os lo contaré todo a la vuelta, que los musos vuelven a quererme.