De los cuarenta parriba...

sábado, 4 de septiembre de 2010

Mi amiga está cabreada con el mundo empresarial, en particular con los empresarios que pasan tres pueblos de tener en consideración un currículum después de echar un vistazo a la fecha de nacimiento del que lo envía. Ya puedes tener años de experiencia, ya, que si pasas de los cuarenta, te los puedes comer con patatas.
Mi amiga tiene para aburrir (experiencia, digo) es buena en lo suyo y tiene los años muy bien llevados. Pero eso poco les importa a los contratantes, por lo que se ve. Y mi amiga, que tiene un ramalazo vengativo cuando se pone, ahora se ha puesto. Y puestos a ponerse, va y se pone a elaborar una lista de empresas que discriminan a la gente "de su edad". Y además la publica en un blog, por si alguien más quiere dejar su testimonio.
Yo no sé si servirá de algo, pero como es mi amiga, y además tiene más razón que una santa, os dejo el enlace a la derecha del susodicho blog. Vamos, que pocos visitantes le voy a llevar, pero como se suele decir... un grano no hace granero pero ayuda al compañero.

Recuento

martes, 17 de agosto de 2010

Durante estos cuatro días que han durado las fiestas de mi pueblo...
Páginas leídas: 382 (ya me he terminado el sexto)
Horas intentando dormir sin conseguirlo: por lo menos 30
Conversaciones telefónicas de madrugada: 3
Dedos rotos de mi hija: 2 (el corazón y el anular de la mano derecha, para ser exactos)
Comidas sanas a base de patatas bravas, torreznos, ensaladillas rusas y demás: Todas
Bebidas alcohólicas: 1
Dinero gastado: ni un euro
Veces que escuché en los bares a Shakira con el WakaWaka: 13
Negros que se me acercaron a venderme sombreros o gafas: 17
Fotografías realizadas por mi madre cortándome la cabeza: 2 (y mira que es difícil con una digital)
Veces que he visto a Manolo el del Bombo dándole al idem: 7
Besos castos repartidos a parientes y amigos: 22
De los otros: Cero patatero, oiga
Estornudos debidos al cambio climático tirando a frío: 11
Lavadoras matutinas puestas con la ropa de mi hija: 4
Veces que me he acordado de la madre que parió a los de las charangas: Incontables
Vamos, que me lo he pasado bien.

No puedo parar

lunes, 9 de agosto de 2010

Debería haberlo sabido. En mi descargo sólo puedo decir lo mismo que el escorpión: es mi naturaleza.

Hace unos meses una amiga me regaló cuatro libros de una misma saga: La hermandad de la daga negra. A ella le gusta mucho este tipo de literatura, a saber: vampiros, muertos vivientes y demás pobladores del submundo. A mí no me entusiasma, la verdad. Los tuve descansando en la estantería de mi viejo librero semanas y semanas, por una parte por lo dicho anteriormente y por otra parte porque me conozco y supuse que si leía el primero y me gustaba ya no podría parar.
Una tarde plomiza de domingo me encontraba tumbada en el sofá de mi salón mirando el techo, navegando entre galeones repletos de recuerdos imposibles y a punto de gritar ¡al abordaje! y convertirme en la filibustera mayor de la nostalgia. Entre cañonazo y cañonazo mis ojos se encontraron con los libros. Venga, me dije, peor que la película de piratas que te estás montando no puede ser. Y cogí el primero de la saga: Amante Oscuro.
Y ahí empezó mi perdición.

Devoré literalmente los cuatro títulos, después del Oscuro vino el Eterno, luego el Despierto y por último el Confeso. Antes de que se me acabara éste ya había ido a la librería a comprar el siguiente. Mi gozo en un pozo, no lo tenían. Así que encargué el quinto y el sexto mientras alargaba todo lo que podía el final del cuarto intentando evitar el "mono" que yo misma me vaticiné. Cuatro veces, cuatro, fui a la librería a preguntar por mis hermanos de la daga negra, unos vampiros que tan pronto daban buena cuenta de media docena de restrictores (seres sin alma dedicados a su caza) como le echaban media docena de polvos seguidos a su amor.
El viernes por la tarde llegaron por fin y hace un par de horas he terminado de leer el quinto, el Amante Desatado, y ya estoy deseando empezar el siguiente, el Amante Consagrado. O sea, que estoy enganchada totalmente. Mi naturaleza, como decía al principio.

Y me da por pensar lo bonito y lo fácil que sería en nuestro mundo tener algunas de las ventajas de ser vampiro. Desprender un olor especial y característico cuando se está enamorado, por ejemplo. Te quiero, te amo, eres la mujer de mi vida...¿ein? anda, embustero, si no hueles a nada. No me digáis que no sería cómodo.

Lo malo es que hay tres libros más en la saga pero no están traducidos todavía, según me ha dicho el librero.

Y no sé si voy a ser capaz de aguantarlo.

No te metas a mi feisbuk

lunes, 26 de julio de 2010

Que no soy fan precisamente del facebook lo sabe cualquiera que me conozca. Que conozco cantidades ingentes de gentes (nota mental: no intentar hacer juegos de palabras chorras) que están loquitos por entrar y salir y pernoctar dentro de él, también es verdad. Que yo me creé una vez un perfil...pues sí. Con datos falsos, eso sí, y ni una sola foto, pero crearlo lo creé. Y desde que lo creé... allí está... sin tomarme la molestia de ver si le ha crecido musgo por las esquinas. Simplemente es algo que no me llama, que no me dice nada, y yo normalmente a lo que no me dice nada...lo ignoro.
Pero es que hoy he recibido un correo con los nombres de grupos del feisbuk más graciosos y me he reído un rato a gusto yo sola. Primero, porque hay que reconocerle el ingenio a los que se inventan los nombrecitos y segundo, porque yo creo que eso nos ha pasado a todos. Y si no... aquí van unos ejemplos...

Yo también he usado alguna vez el móvil como linterna
Sin ir más lejos, yo lo usé de linterna en tierras de Jaén, pero es que no se veía ni tres en un burro ¡eh!
Saco el móvil, miro la hora, lo guardo y ni idea de la hora que es
Yo hace tiempo que no llevo reloj de pulsera porque uso el móvil, como muchos. Y como muchos miro la hora sin verla.
Yo también dije "trae, que tú no sabes" y luego tampoco supe
Venga, venga, que levante la mano el que no lo haya dicho nunca.
Mi madre también dice "es la primera vez que me siento en todo el día"
Mi madre lo dice cada vez que nos juntamos a comer en su casa toda la familia. Claro, es que para hacer comida para ocho (sí, esa es "toda la familia") necesita coordinar a todos los gremios.
Mamá házme algo para comer. ¿Por qué no te lo haces tú? No, es igual, no tengo hambre
Si me dieran un euro por cada vez que he tenido esa conversación me compraría un Ferrari. ¿Pa qué? pa tenerlo
Yo tampoco he visto nunca una paloma pequeña. ¿Nacen ya grandes?
Oye, que jamás se me hubiera ocurrido preguntarme esto pero puestos a hacerlo...¿nacen ya grandes?
A mí también me dijo que le salió fatal y la asquerosa sacó un diez
Una amiga de mi hija era especialista en eso. Y mi hija decía la frase de marras textualmente. Yo creo que este grupo tendrá muchos adeptos.
Yo también me pego golpes contra los muebles y empiezo a agonizar
¡Coño! y quién no. Ese dedito del pie que pega contra la pata de la mesa, agggggggggghhhhhh
Los cortes de digestión no existen: son los padres
Eran los padres cuando yo era hija y lo siguieron siendo al ser yo madre
Yo también me quedé aislado porque mi madre fregó el suelo
Jajajajaja un clásico. El sábado mismo le dije a mi hija... no salgas de tu habitación que voy a fregar el pasillo.
Ojalá tuviera por la noche el sueño que tengo por la mañana
Uish, y el que tengo a media tarde.
Si no sabes diferenciar entre "a ver" y "haber" deberías morir
O al menos, cortarte una mano

Vamos, que visto lo visto, el feisbuk es un pozo de sabiduría popular.

Agradecimientos

miércoles, 14 de julio de 2010

Volví de la velada literaria con 1500 kilómetros más en mis costillas, con abrazos sinceros guardados en la maleta y con las pupilas llenitas de olivos. Ayer le mandé un correo de agradecimiento a la organizadora del evento, que es el que sigue. A mi amiga, a la que me alojó en su casa, a la que me enseñó el Parador, a la que no le importó conducir tres horas para que yo disfrutara de una noche mágica y otras tres para devolverme a la realidad, a la que me llevó a comer berenjenas con miel... a ella... se lo agradecí en la estación, mientras nos despedíamos.

La verdad es que no sé cómo empezar. Todos los pensamientos que tuve desde el momento en el que recibí tu mail para invitarme a la II velada literaria fueron positivos. Pensé que conocería gente interesante, que sería divertido, que tendría un fin de semana para disfrutar, que sería una experiencia distinta e inolvidable. Pero todo lo que yo fabriqué en mi cabeza se quedó corto, muy corto...

Doce personas reunidas en la misma casa, desde los ocho a los taitantos años, y ni un solo roce. Entre todos reuníamos un buen montón de kilómetros para llegar hasta allí, aunque la palma se la llevaron las gallegas. Claro, que llevaban un super GPS que las dejó en la misma puerta. Así cualquiera.

La comida (¡qué comida!) sirvió para un primer contacto, para presentarnos y para charlar de la mar y de los peces. Y ¡cómo no! para criticar al mercurio, ése que nos mostraba, ufano él, que estaba en la rayita de los 47 grados, pero que a poco que pusiera interés se ponía en los 50. ¡Bah! termómetros a nosotras...

Después de la comida, hubo gente pa tó. Los más osados cogieron el coche y se fueron a conocer los alrededores, los más sensatos cogieron la almohada y se echaron una siesta y las dos Evas, Juani, Divi, Elena y Carlos cogieron/cogimos los sofás de "La esfera" y compartimos cuatro horas de cháchara, de risas y de matamoscas. Hasta hicimos un sorteo, con números escritos en un papel y todo ¡eh!, para establecer el orden de duchas, que se cumplió a rajatabla. A los bellos durmientes no les quedó otra que acatar los designios de los papelicos y esperar su turno. Así y todo, Nonita estaba arreglada antes que yo. Y es que nunca me había pintado el ojo abanicándome a la vez, hay que tener destreza para eso.

El picoteo en Hacienda Romero (si eso era un picoteo, no quiero saber lo que será una comida en condiciones) genial. Fantásticos los huevos, Sebastián. Y después, al lío. Yo creo que, aunque no se nos notara ni una pizca, todas teníamos mariposas en el estómago antes de "salir a escena". Primero fue la casa de Cristina, la ganadora, luego mi librería, después el piso en alquiler de Charo, luego el bureau (leído bureau o bigó, a gusto del consumidor) de Nonita y por último el hombre de ojos verdes de Eva C (no se pide cualquier cosa la muchacha, no) Cinco relatos mágicos. Claro, que...¿qué podría esperarse en un entorno mágico y en una noche más mágica aún?

Las velas en la piscina, la ramita de romero que acompañaba "el certificado" de que yo estuve allí, la botellita de aceite de oliva, el letrero con mi nombre en la puerta de la habitación (que me llevé de recuerdo)... todo estaba preparado con tanto mimo que emocionaba. Y para emoción, y de las gordas, cuando tocó despedirse. De Rosa y Sebastián, anfitriones inmaculados. De las profesoras de matemáticas, con las que sentí un feeling especial desde el primer momento. De todos los demás, cómplices de cuartos, de cigarrillos, de confidencias sobre La Dolores...

En el viaje de vuelta llevaba tantas sensaciones conmigo que tuve que cerrar las ventanillas del coche para que no se me escapara ninguna.

Y todas sin excepción siguen estando aquí.

Gracias por todo, lo tangible y lo que no.

¡Qué de cosas!

martes, 6 de julio de 2010

Nos pasamos la vida esperando cosas. Las más habituales y solicitadas son que nos llegue el amor de nuestra vida y que nos toque la lotería. O que nos llegue la lotería y nos toque el amor de nuestra vida, no vamos a ponernos tiquismiquis.
Dado que yo no creo en el contigopanycebollapasiempre y que no gasto ni un céntimo en juegos de azar, estas dos situaciones en particular quedan fuera de la alforja de mis esperas.
Lo que yo llevo esperando más de un mes es que me lleguen las ganas de escribir en el blog. O dicho de otro modo, que las musas dejaran de bailar medio desnudas para otros y se decidieran a venir a visitarme. Ahora que lo pienso... ¿por qué tienen que ser mujeres? ¿por qué no hay musos que te visiten de noche? y ahora que lo pienso más... ¿por qué me imagino a las musas en paños menores o directamente sin paños? Seguro que esto tendría que hacérmelo mirar.
En realidad no es porque no hayan pasado cosas durante este tiempo, que sí han pasado, por ejemplo que si estos días atrás me atrevía a preguntar lo que era un fuera de juego, decenas de ojos me atravesaban de parte a parte y los dueños de esas miradas me tildaban poco menos que de traidora a la patria cuando "confesaba" que no había visto el partido contra Honduras.
-¿Pero tú sabes dónde está Honduras?
-Claro, en África
-Muy bien, campeón. A por ellooooooos, oeeeeeeeeeee
Otra cosa que ha pasado es que un amigo me invitó a cenar en Altea. Si me hubiera avisado no hubiera llevado taconazos (lo que conozcan Altea sabrán por qué lo digo) pero como fue una sorpresa y como el que quiere presumir tiene que sufrir...
El restaurante en lo más alto del pueblo, la mesa en la terraza con velitas, y las vistas... ¡madre mía! toda la bahía a mis pies, completamente iluminada. Fue sentarme y quedarme sin palabras.
-¿Te gusta?
-...
-¿No te gusta?
-...
-No te gusta
-...
-Pero dí algo
-¡Calla, coño!
(sí sí, a mí a romántica no me gana nadie)
Otra cosa que ha pasado es que una legión de bacterias ha invadido mis encías. ¿Os acordáis de que hace un par de meses comenté que tenía una infección? Pues no, no era una infección, era la madre de todas las infecciones, vamos... que las toxinas de mi boca tenían montado tal sarao que ríete tú de Sodoma y Gomorra. Tuve que buscar un periodoncista, que es un señor especialista en enfermedades periodontales, que me dijo que las bacterias se estaban comiendo la masa ósea de mis dientes. Si yo les doy de comer cada día pescadito y frutitas y verduritas y de vez en cuando incluso algún pastelito... ¡qué necesidad tenían de comerse también mis dientes! ¡Cabronas! Pero si yo voy al dentista una vez al año sin falta y me cepillo los dientes tres veces al día... Ah, sí, pero esto normalmente es hereditario... ¡la madre que me parió!
Ayer me hicieron la segunda parte del tratamiento (si os interesa ponéis en google "raspaje de encías" y os enteráis, que es muy largo de contar) y ya de paso me tuvieron que extraer una muela, completamente sana, porque ya no tenía remedio.
-Te pongo este algodón en el hueco, y aprieta los dientes un par de horas. Dientes, dientes, que es lo que les jode...
-Aziazzzzzzz
Salgo del periodoncista y llamo a Ana, que tiene siete puntos en la rodilla (otra cosa que ha pasado, pero esa cosa es suya) para contarnos nuestras cuitas.
-¿Dónde estás?
-En la uerta
-¿En la huerta? ¿En qué huerta?
-En la huerta no, en la uerta
-¿En la puerta?
-En la uerta, zí, en la uerta def cote inglé
Otra cosa que ha pasado es que presenté un relato a un concurso. A un concurso de relatos, naturalmente, no va a ser a uno de belleza. Y oye, que quedé entre los doce finalistas, y oye, que de los doce finalistas quedé en primera finalista. O sea... la ganadora y luego yo. Chachi. Y nada, que el viernes me voy camino de la entrega del premio a la ganadora... o sea... yo no, y de la velada literaria que se hará con los finalistas y la ganadora. Venga, aguantad un poco, que ya os lo contaré todo a la vuelta, que los musos vuelven a quererme.

...Y tan pocas balas

viernes, 28 de mayo de 2010

Hacía mucho que no discutía con nadie. No me gusta discutir. Pero, oye, es que hay veces que te buscan y te buscan y te rebuscan y tú no puedes hacer otra cosa que terminar saltando enfurecida (o casi) sobre el rebuscador. Hace unos días, estando reunidas algunas personas, alguien dijo algo (no voy a decir quién ni qué) sobre una empresa. Digamos que yo tengo línea directa con la susodicha empresa y comenté que me extrañaba la noticia. Sí, sí, es verdad, me contestó.
Bien, en cuanto tuve oportunidad (tres días más tarde) hice la pregunta adecuada a la persona idónea. Y me corroboró que, efectivamente, no era cierto, y ya de paso me contó la verdadera historia.
Naturalmente, en cuanto he visto hoy a "alguien" me he ido directa...
-Oye ¿tú de dónde sacaste la noticia del otro día?
-Ah, no sé, es lo que dicen
-¿Lo que dicen, quiénes?
-Pues por ahí, la gente
-¿Y tú vas difundiendo un rumor que no sabes si es verdad?
-Hombre, si a mi me lo dicen...¿qué tengo que hacer?
-Callarte
-Vamossssssssssss, porque tú lo digas
-No, porque yo lo diga no, porque es lo correcto
-Eso no lo hace nadie
-Lo hago yo
-Serás la única. Además...tú eres rara (yastamos)
-Será eso
-La otra noche te fuiste a cenar con tu ex ¿no?
-¿Y?
-Pues que la gente pensará que habéis vuelto
-A mí lo que la gente piense me la refanfinfla
-Pues entonces no te quejes
-¿Pero de qué coño me estoy quejando yo? (reconozco que aquí ya me estaba calentando)
-De que la gente hable
-¿Pero por qué narices la gente tiene que hablar de lo que no le importa?
-Porque sí
-¿Por qué sí? ¿por decreto-ley?
-Y si no quieres que hablen de ti, no salgas a cenar con tu ex
-Perdonaaaaaaaaaaaaaa? (sí, los ojos saliéndose de las órbitas)
-Si tú no quieres hablar de nadie es tu problema, pero los demás tenemos derecho a hablar de lo que nos dé la gana
-Mira, bonita, tendrás derecho a hablar de lo que te dé la gana siempre y cuando te hayas asegurado antes de que lo que dices es cierto, y ni así.
-Claro, será mejor ser como tú ¿no?
-¿y cómo soy yo?
-Pues eso, que no te enteras nunca de nada
-Si todo el mundo fuera como yo en ese aspecto...otro gallo nos cantaría
-Sí, vale, lo que tú digas
He dado por concluido el tema antes de que mis manos fueran directas a su cuello. Va a tener razón mi madre cuando dice que no tengo conversación porque no veo Gran Hermano.

Ni pálida idea

lunes, 24 de mayo de 2010

Anoche me tocó visitar urgencias con mi padre (¡hacía mucho!) porque se le puso un dolor fuerte en un costado. Increíblemente la sala de espera estaba vacía y casi no nos había dado tiempo a sentarnos cuando un médico jovencito abrió la puerta y dijo su nombre. Entramos él y yo a una salita y lo típico: ¿qué le ocurre?
Mi padre se lo cuenta y yo aviso al médico...
-Está en tratamiento por mesotelioma
-¿Por...?
-Mesotelioma
Sigue escribiendo. Qué enfermedades ha tenido, si lo han operado de algo...
-¿Qué me ha dicho que tenía?
-Mesotelioma
Sigue escribiendo las operaciones. Es que hay que hacer memoria para no olvidarse de ninguna.
-Perdone...¿qué es lo que tiene?
-Mesotelioma, mesotelioma pleural
(Aquí yo ya mosqueada y a puntito de llamar al Dr. House)
-Pues ni idea de lo que es (y encima lo dice el tío)
¡¡¡Doctor Houseeeeeeeeeeeeeeeeee!!!
Salimos otra vez a la sala de espera hasta que nos avisen. Y me dice mi padre:
-Claro, es que le has dicho el nombre técnico y no sabía lo que era. Yo tampoco sabía que se llamaba así (bendita ignorancia) no sé cómo te acuerdas tú (como para olvidarlo)
-Papá, él es médico
-Ah, sí, eso sí.
Por suerte, la que nos llamó después era una doctora "de verdad" que sabía lo que era un mesotelioma, o al menos no dio muestras de lo contrario.
¿Son mis nervios o queda muy feo en un médico que le diga al paciente que no tiene ni pálida idea de lo que le está hablando?

Medio siglo

domingo, 16 de mayo de 2010

A los tres años me extirparon las amígdalas con premeditación, alevosía, y sin anestesia (es una larga historia)
A los trece me caí con la bicicleta que mis padres me habían comprado con mucho esfuerzo y me rompí el tobillo por dos sitios (y ya no volví a montar)
A los quince se disputaron mi amor (¿por qué lo llaman amor cuando quieren decir tontería?) dos primos hermanos. Ganó uno de ellos.
A los diecisiete encontré mi primer empleo, con una veintena de camioneros (así he salido yo)
A los veintiuno me casé enamoradísima (y no con el primo)
A los veinticuatro nació mi primera y única hija
A los veintiséis me quedé completamente calva
A los veintiocho lucía otra vez una melena esplendorosa (ni tan melena ni tan esplendorosa, pero queda bonito)
A los cuarenta y dos me separé de mi marido
A los cuarenta y ocho me presenté a un certamen literario, y contra todo pronóstico (mio principalmente) gané el primer premio
A los cuarenta y nueve cambió por completo mi manera de ver la vida. La enfermedad de mi padre, compartir meses de quimioterapia con él y con otras muchas personas y descubrir que la gente sufre de verdad, me hizo cuestionarme hasta qué punto somos absurdos y quejicosos.
Hoy he cumplido 50 maravillosos años. ¿Y qué tiene de maravilloso tener medio siglo, dirán algunos? Pues en primer lugar precisamente eso: poder cumplirlos. Y después, haberlo hecho sumergida en el cambio que acabo de mencionar. Hacía tantos años que me miraba el ombligo y me regocijaba en mi autocompadecimiento que me costó un verdadero esfuerzo volver mi mente del revés como si de un calcetín se tratara y empezar a ver la vida (mi vida) como lo que verdaderamente es: un milagro diario. He experimentado un cambio físico y mental tan grande que apenas me reconocen. Hago el payaso, mis labios se abren tan a menudo para que asome la sonrisa que tenía escondida que ya le han mandado un mail urgente al cerebro comunicándole que no se hacen responsables de las arrugas de mis ojos, quien quiere estar en mi vida, está, y quien no... buen viaje, no miro hacia atrás (¿de qué sirve?) ni hacia delante, vivo el momento y agradezco todo lo bueno que tengo.
Me han felicitado exactamente 22 personas de una manera o de otra, me han llamado desde Madrid, desde Zaragoza, desde Lanzarote, desde Tenerife, desde México; mi ex me mandó un precioso ramo de flores, que más que ramo parece Ramón de lo enorme que es, mi hija me ha escrito una carta que me ha hecho llorar de la emoción, sé que cuento en la vida de personas que a su vez son importantes para mí y que vivo en el corazón de muchas otras.

Así que... sí, 50 años. Una edad maravillosa.

Estoy rebuena como una pera pocha II

jueves, 22 de abril de 2010

Pues sí, para pitonisa no tenía precio. No han sido 50 puntitos pero sí 25. A favor del colesterol, naturalmente. O sea, que si hace tres meses lo tenía en 250 ahora lo tengo en 275. Cojonudo, vamos. Hoy no estaba mi médico habitual porque está de baja, y su sustituta se ha asombrado tanto como yo de que con dieta, ejercicio y medicación, mi colesterol malo suba cada día más y mi colesterol bueno haga lo mismo que su primo pero en dirección contraria. Pa mear y no echar gota, que diría mi padre.
Así que me ha dado un volante para el endocrino, para que me haga estudios más especifícos, análisis más precisos y vudú si hace falta.
Y no tengo ganas de escribir más. Aquí llueve y dentro de unas horas me voy a Madrid (allá donde se cruzan los caminos, aunque a mí nunca me ha pasado por mucho que fantasee con ello) a pasar el puente de San Jorge. Ya sé que la diferencia entre estar y no estar es ridícula porque me asomo poco por aquí, pero de alguna manera tengo que terminar esto.

Encuentro con el vampiro II

miércoles, 14 de abril de 2010


Esta mañana he vuelto a ir a la seguridad social a que me despojaran de cinco tubitos de mi preciada sangre. Sí, soy reincidente y cabezona. A ver quién puede más, si mi elevado colesterol o yo. Se admiten apuestas.
Hoy no voy a hablar de la torpeza del vampiro a la hora de zancochar mis venas, porque he tenido suerte y me ha tocado la vampiresa buena y ni me he enterado. O sea, que tal como sospechaba, no es que tenga malas venas, lo que hay es poca destreza en el gremio. Algo así como el dicho de que no hay mujeres frígidas sino hombres inexpertos pero aplicado a meterte una aguja en la vena.
Que me desvío del tema. Hoy en la sala de espera me he dedicado a observar y a pensar. Lo sé, eso no se debe hacer nunca y menos en ayunas, pero tengo el atenuante de que voy endrogá perdía a causa de cócteles de antibióticos y calmantes, debido a una infección morrocotuda en una encía, que dicho sea de paso me ha provocado el aspecto de un pavo en la parte derecha de mi cara a causa de un flemón de considerable tamaño.
Pues bien, andaba yo observando a las personas que hacían lo mismo que yo, es decir... esperar a oír su nombre con el estómago vacío. Casi todos eran de avanzada edad, matrimonios de los que llevan 50 años o más juntos, y que se acompañan al médico aunque sólo uno de los dos necesite la visita. Los veía salir de la extracción de sangre con paso torpe, apoyados en su gayata, mientras el cónyuge que se había quedado esperando se levantaba solícito de su asiento y le decía...ven, siéntate aquí. Y me he puesto a pensar en cuando yo tuviese esa edad.
¿Quién me guardaría el asiento? ¿quién me bajaría la manga del jersey? ¿quién me ayudaría a ponerme el abrigo? ¿quién me cogería amoroso del brazo para salir juntos?

Durante unos cortos instantes he sentido envidia de los abuelos.

Después me he ido a desayunar, zumo de naranja natural y una tostada de pan con mantequilla y mermelada. Oye, que me había quedado sin sangre, que había que reponerla. He puesto una servilleta en el mostrador, he sacado de mi bolso la pastilla de antibiótico, que más que pastilla parece un obús, la he partido por la mitad, he añadido una de calmante, y las tres para adentro.

Y se me han olvidado los abuelos.

Eso no se hace

martes, 30 de marzo de 2010

Tengo la (extraña) costumbre de desayunar cada día viendo el Telediario. Lo sé, son ganas de amargarme recién levantada, pero como digo es cuestión de (extrañas) costumbres. Hay gente que va con los ojos cerrados hasta la cocina a prepararse un café y se lo bebe de pie sin sentirse persona hasta que la cafeína se le instala en las venas. Yo echo en un vaso medio brick de zumo del Caribe, que como su nombre indica lleva piña y coco, saco de su bolsa una rebanada de pan de molde con corteza tan blanda como la miga, que la publicidad dice que fue creado por Dios para que no discutieran los seguidores de ambos bandos, con y sin corteza (que ya es imaginar) le coloco encima una loncha de pavo, que imagino que tiene de pavo lo mismo que yo de bailarina de ballet, y doblo la rebanada sobre sí misma. Con eso me voy al salón, me siento en el sofá y pongo el Telediario mientras pienso que tengo suerte de levantarme a las siete y media de la mañana y no a las tres o las cuatro como los panaderos.
Y hoy, cuando la mitad de la rebanada doblada sobre sí misma estaba viajando ya por mi cuerpo, la otra mitad casi se cae de mi mano cuando he oído al presentador decir: Ricky Martin ha confesado en su blog que es homosexual. Mi primera reacción ha sido decir en voz alta... ¡hostia! y la segunda comprobar que estaba viendo las noticias y no el tomate (que dicho sea de paso me enteré hace poco que ya no lo emitían, así de puesta estoy en asuntos del cotilleo)
A ver, que no discuto que sea noticia que uno de los hombres más deseados por todas las mujeres del planeta manifieste abiertamente que es gay (mi hija diría...¡menudo desperdicio!) destrozando así mis planes de tener algo con él este año. Algo guarrillo, se entiende. Lo que me descoloca es que me lo cuenten en los diez minutos matutinos destinados a enterarme de terremotos, inundaciones, volcanes arrojando lava, ladrones llevándose una pasta de la Caja de Ahorros de las montañas rocosas o adolescentes americanos creyéndose Clint Eastwood. Eso no se hace.

La primavera la sangre no altera

lunes, 22 de marzo de 2010

¡Quién nos lo iba a decir! Otra primavera que ha venido y nadie sabe cómo ha sido. Oye, que no falla, todos los años en marzo llega quieras o no quieras. Aparece la primavera y la luz inunda las horas, mejora el estado anímico, las abejitas polinizan a toda flor que se menea y por lo que se deduce de las encuestas se incrementan las relaciones sexuales entre humanos, conocidos o desconocidos. Vamos, que se te altera la sangre por decreto ley.

Yo nací en primavera, debe ser por eso que a mí no me afecta. Ni soy especialmente feliz por su llegada ni por el contrario sufro con la tan traída astenia. Igual es que tengo la sangre alterada durante todo el año o lo que es peor, no tengo sangre en las venas. Aunque si no tuviera sangre...¿para qué querría venas? Estoy pensando que ayer mismo me corté con una caja en la palma de la mano y un líquido rojo salió. ¡Mira que si era bloody mary!

Además, las mujeres somos las únicas hembras de todo el reino animal que no tenemos época de celo, es decir, que estamos enceladas todo el año. Unas más que otras, también es verdad. Bueno, en realidad eso también le pasa a las gallinas, aunque no se puede considerar un celo, ellas directamente ponen huevos todos los días porque todos los días son fértiles. Y para más inri tienen un bolsillico en el útero en el que se guardan el semen durante varios días por si el gallo está vago o no da más de sí. Que tener a todo el gallinero contento a diario no creáis que es moco de pavo.

A lo que íbamos, que no, que no me altero. Hace tantos años que no me gusta un espécimen del sexo contrario que ya dudo de mi capacidad. No de gustar, que eso afortunadamente sigue ocurriendo (cada vez menos, eso sí) pero quizás me falta la hormona que regula la atracción por otra persona. Oye, no os riais, que puede ser, que no es normal que no me guste nadie. Y por gustar no me refiero al hecho del coqueteo para el apareamiento propiamente dicho (ya que hablamos de animales) sino al de exclamar...¡cómo me gusta este hombre! Claro que supongo que aquí entran en juego otras muchas cosas, detalles como yo los llamo, y que la falta de ellos en todos los hombres que he conocido de unos años para acá me daría para otra entrada.

Resumiendo, que lo que más me gusta de la primavera es esto:


porque luego trae esto:

¡¡¡Cómo me gustan las cerezas!!!

Pautas comestibles

miércoles, 10 de marzo de 2010

Por si a algún señor, señorito o sucedáneo se le ocurre invitarme a cenar un día de estos o de los otros, he elaborado una lista de las cosas que jamás me comeré, ni siquiera por quedar bien con el anfitrión.
-Casquería fina. Si eres de los que opinan que la lengua estofada está suprema, o que los sesos rebozados son manjares de dioses, una de dos... o te privas de ponérmelos en la mesa o invitas a cenar a otra. Aquí entran también callos, mollejas, criadillas, cabezas, hígados, riñones, rabos y demás "delicatessen".
-Marisco. A lo mejor quieres obsequiarme con una mariscada. Ya sé, ya sé que cualquiera estaría encantada. Pero yo no. No me pongas nécoras ni bueyes de mar ni percebes ni centollos ni centollas ni navajas ni ostras (por favor, ostras no) Te costaría una pasta y lo único que aprovecharía serían las gambas.
-Animales enteros. Si has pensado en unas perdices escabechadas....olvídalo.
-Carne sangrante. Bueno, ni sangrante ni siquiera rosadita. Venga, mejor no me pongas carne y así no te vuelvo loco con el...pásamelo más.
-Caracoles. Si te apetecen mucho mucho, a mí me arreas una barra de pan y ya mojaré en la salsa.
-Macdonalds, Burrikins y similares. Vale, he ido de un extremo al otro desde la mariscada a esto, pero se trata de darte pautas ¿no?
Quitando esta lista tengo buena boca, me lo como todo.
En cuanto a postres ahí sí me puedes poner lo que quieras. Sólo hay dos cosas dulces que no me hacen tilín: el mazapán y el merengue. Así que lo tienes fácil.
A cambio me comprometo a no comer con la boca abierta, a usar correctamente el cuchillo y el tenedor (aunque me encante comer con las manos), a no tirarte bolitas de pan a los ojos, a llevar una conversación agradable, a usar la servilleta, y si se tercia, a meterte mano por debajo del mantel (siempre que no haya nadie interesado por ti en medio kilómetro a la redonda, of course)

Es él

miércoles, 24 de febrero de 2010

Es él. No necesito abrir los ojos para saberlo. Me lo dicen las mariposas que juegan a la comba dentro de mi estómago. Fuera de mi cuerpo los carámbanos cuelgan de los aleros de las casas y el sol dormita aburrido en su hamaca esperando tiempos mejores. Siento pena por los que tienen frío. A mí me basta con intuirle a mi lado y mi alma se quita la bufanda. Escucho sus pisadas acercándose a mi deseo aun cuando no ha entrado en el portal. Permanezco sin respirar durante unos segundos, para percibir mejor los latidos acelerados de mi corazón que se apresuran cada vez más ante su inminente presencia. Cuando llega trae consigo tanta luz que las farolas de la calle parecen cerillas a punto de agotarse y todo el mundo, menos nosotros, se pregunta qué es lo que provoca semejante fenómeno todos los días a la misma hora.

Es él. No necesito cerrar los ojos para saberlo. Si acerca su cabeza a la mía puedo notar que nuestros pulsos marchan al unísono como dos patinadores haciendo cabriolas. Cada caricia es nueva, cada beso reciente, cada vez que me ama es la primera. Lleno un vaso con sus miradas y me lo bebo despacito sentada en el crepúsculo; paladeo cada una de sus pestañas, infinitas y morenas, y paseo el dedo por el borde para evitar que se me escape una sola de sus intenciones. Mi soledad se fuga entre sus brazos como el humo por la chimenea y abarco la trémula luna con mis manos. Mira mis labios y las campanas suenan a júbilo, siente mi boca y se desposan todas las gaviotas, pronuncia mi nombre y se derriten las ventanas, acaricia mi nuca y explota el universo. Y es por eso que reinvento la ternura cada amanecer. Y es por eso que hasta el hueco de mis clavículas siente amor por él.

¡Orgía!

domingo, 21 de febrero de 2010

Pues con esto y un bizcocho... empate a ocho. Menos mal que no hemos empatado a cinco, porque la rima sería otra. Así que el fin de semana de roce nos ha correspondido por igual a los cuatro concursantes. Y todos al rebullón de peras y manzanas, que un día es un día.

Dado el enorme interés suscitado tanto en la concurrencia de escritos como en la de votaciones, quizás para la entrada de la primavera me decido a proponer otro concurso. O tal vez no se me vuelva a ocurrir en la vida. Me encuentro ante esa dicotomía (soñaba con que llegase el día en el que pudiese meter esa palabra en algún escrito)

Lo dicho, gracias a los que perdieron su vergüenza escribiendo, a los que votaron (incluso a los que no se terminaban de decidir con su voto) y al público lector en general.

¡¡¡Pedrooooooooo!!!

No es él

domingo, 14 de febrero de 2010

No es él. No necesita abrir los ojos para saberlo. A veces la soledad se enciende dentro de ella como si las tripas dispusieran de un interruptor. Entonces un pequeño ejército de soldados luminosos se desparrama por todo su cuerpo en un demente afán de conquista. Cuando llegan a la garganta empieza a echarlo de menos. No hay límite de tiempo para esa invasión, puede durar segundos o días enteros. Intenta esquivar esa desagradable sensación ocupándose en las tareas más inverosímiles: sacar punta a todos los lapiceros, ordenar los alimentos de su despensa por orden alfabético, aprender a escribir con la mano izquierda, contar gotas de agua o poner nombre a las estrellas.

Los besos que reparte huelen a desesperación y a careta recién pintada, pero cumplen su función, desentumecerle el alma. Sólo aferrándose a otro cuerpo consigue expulsar a los malditos espectros que habitan en su impuesto resplandor. Acumula sudores que repartirá en tanta noche desabrigada y recolecta sonidos que colocará en sus zapatos más adelante.

No es él. No necesita cerrar los ojos para saberlo. Asoma a su cielo una realidad imposible de digerir mientras un sinfín de síes desfila por su boca. Y es por eso que flota el deseo de ser amada en el vacío de sus huesos. Y es por eso que elige el día de los enamorados para hacer transparente su ausencia salvándose del acecho de su nombre.

Últimas horas

sábado, 13 de febrero de 2010

El siguiente escrito me lo ha mandado por correo alguien que prefiere permanecer en el anonimato. En el anonimato para vosotros, claro, que yo sí lo sé.
Hasta ahora sólo estamos inscritos cuatro en el concurso. Menudo poder de convocatoria el mío. Y eso que los premios son jugosos.
El relato de Labegue lo podéis leer aquí (pincha en el "aquí")
El relato de Aureliano lo podéis leer aquí (pincha en el "aquí")
El mío lo colgaré esta noche cuando sea oficialmente San Valentín.
Y por último se pondrá la encuestilla que requiere todo concurso de pro.

Bueno, os dejo con...

UNA DE ARENA Y OTRA DE CAL

Siempre pensé que era una tontería
Anidar esperanzas en una rosa sin espinas.
Nunca deseé palabras especiales en este día

Vuelan las mentiras entre lazos y sonrisas
Ahora que el corazón siente tanto frío.
Lentamente se duermen los recuerdos
Entre silencios que se esconden del ayer.
No digas nada, no hace falta
Tienes el don de hablar sin palabras,
Incluso me extrañaría que tus besos
No ignoraran mis labios al besar

................................................


Sólo necesito una mirada
Aunque sea en sueños mientras duermes.
Nada termina siendo todo en ti...

Viento que susurra en mi oído
Alas que me ayudan a volar
Luz que borra mi miedo a las sombras...
Entre tu yo y mi locura
No se asoma ningún abismo.
Te reflejas en mi corazón
Incluso cuando no estás.
No es esto amor?

Flipo con los hombres

viernes, 12 de febrero de 2010

-Ya le he pedido perdón al Señor, y me ha perdonado. Ahora sólo me falta que me perdones tú.
Quien así me hablaba esta mañana es un tipo que intentó conmigo hace unos meses un acercamiento carnal (expresión muy acorde con la conversación) y hoy se mostraba arrepentidísimo.
-¿Ein?
-Sí, fuiste una tremenda tentación, y la carne es débil, y por los pecados de la carne vienen muchos de los males
Toda la vida pensando que era una mujer del montón y mire usted por donde resulta que soy la encarnación del demoño.
-He estado hablando mucho con el Señor durante este tiempo y lo único que puedo hacer es pedirte perdón por lo que pasó.
-Que sí, hombre, que sí, que te perdono. ¿Estás tranquilo ya?
-Si, ¿y tú?
-¿Yo? yo no estaba intranquila
-Además ya no vamos a volver a vernos, y si nos vemos...no va a pasar nada
-¿Seguro?
-Seguro, me ha costado mucho pero ahora estoy en paz con mi corazón y con el Señor.
-Pues nada, tu paz es lo más importante
-Entonces...¿te puedo llamar alguna vez como amigo, para preguntarte por tu familia y para saber cómo estás?
-Hombre, mientras no quieras evangelizarme...

A ver, que alguien me explique por qué atraigo a los tipos más raros del país. ¿Es que no hay hombres normales?

Los jueves, Sabina (XL)

jueves, 11 de febrero de 2010

¿Es cierto eso de que la suerte de la fea la guapa la desea? ¿Qué opináis?

Dedicada a un par de zetas, a las que les debía esta canción hace tiempo.

I Concurso valentiniano

martes, 9 de febrero de 2010

No tengo chistera pero sí manga, así que acabo de sacarme de ella un concurso.

BASES:

1.- Podrá participar todo ente, ser, cachivache o chimichurri que respire y le apetezca, con un relato original y autonómico.
2.- El tema obligatorio será "San Valentín" (es problema de cada autor el tirarlo por un barranco o sentarlo en una nube con los pies colgando)
3.- No existe extensión prefijada para el relato. Puede ser extensible, extenuante o exiguo.
4.- El día 14 de febrero, de ahora en adelante el día de marras, los participantes en este concurso colgarán en sus blogs sus creaciones. Eso si tienen blogs, que diría Pero Grullo. Los que no tengan pueden hacerme llegar a la dirección que está a mi derecha (y a la de todos, creo) sus cuentos, relatos, chascarrillos o como sea que lo llame cada cual, y serán colgados en éste.
5.- El día de marras haremos una romería blogera y la muchedumbre podrá opinar sobre la tremenda calidad de los escritos.
6.- Se establecen dos premios, a saber:
  • Un fin de semana con derecho a roce con Georges papacito Clooney (el verdadero, no un tal Aureliano, que lo va suplantado por ahí)
  • Un fin de semana con derecho a roce con Angelina mamacita Jolie

(No es obligatorio que los premios sean disfrutados pera con pera y manzana con manzana. En este blog no somos frutafóbicos)

Como colofón, advertir a todos aquellos que se inscriban al concurso y tengan previsto salir de cena la noche anterior al día de marras, que sean previsores y dejen preparados los relatos por lo que pudiera pasar.

Una librería con alma

lunes, 8 de febrero de 2010

Me llama la atención el escaparate de esta librería. Tules violetas y amarillos tapizan el lugar en el que descansan los volúmenes, tapándolos parcialmente. Diríase que los libros descansan arropados, en un duermevela feliz, esperando que llegue el momento en que alguien los tome entre sus manos. En los laterales, redes de pesca de color dorado caen armoniosamente sosteniendo manuscritos en algunos de sus agujeros. La puerta para acceder al interior no es menos asombrosa puesto que está formada por dos enormes hojas de madera labrada imitando un libro abierto. Empujo una de ellas pero no se mueve ni un milímetro, pruebo con la otra con el mismo resultado, y cuando estoy a punto de desistir descubro dos pequeñas oquedades y comprendo que han sido provocadas con el fin de apoyar las manos. Así lo hago y la puerta reacciona al contacto como la piel al frío abriéndose sin prisas, torturándome, dejándome apenas vislumbrar lo que esconde.

El suelo es de baldosas hidráulicas y tal parece, de tanto como brilla, que pie alguno haya acariciado su superficie desde hace tiempo. Las baldosas forman en el centro un dibujo que inmediatamente reconozco como un pentáculo, una estrella de cinco puntas rodeada de un círculo. Recuerdo haber leído en algún sitio que cuatro de sus puntas representan los cuatro elementos: Aire, Agua, Tierra y Fuego, y la punta superior de la estrella simboliza lo eterno, el alma por así decirlo. Y alma es lo que tiene esta librería, cada vez estoy más convencida.

Es un espacio amplio y despejado, no hay mesas cargadas de ejemplares mostrando los últimos libros aparecidos en el mercado, ni carteles anunciando rebajas, ni nada que entorpezca el paso ni distraiga la mirada. A ambos lados hay sendos mostradores macizos de madera, yo juraría que es caoba, que culminan apoyados en garras de león labradas. En una esquina hay una magnífica escalera de caracol, de un negro azulado. La barandilla es de forja y está formada por barrotes verticales de cuyas bases nacen minúsculas flores de pétalos cerrados. Al iniciar la subida descubro lo que parece ser una letra P grabada en el primer peldaño y mientras sigo ascendiendo voy anotando mentalmente cada una de las letras que me voy encontrando. La escalera desemboca en un pasillo angosto que se bifurca más adelante en varias salas comunicadas entre sí por unos arcos de piedra. No hay más luz que la que se filtra desde el techo mediante distintas claraboyas de cristales irisados y que confiere a las estancias un sabor como de balneario decimonónico. Aquí el suelo es de madera y se queja a cada paso que doy, como doliéndose de que alguien interrumpa su silente reposo. Las paredes rebosan palabras perfectamente resguardadas dentro de sus carcasas, formando admirables hileras de pensamientos que sus propietarios decidieron un día compartir. Sin reparar demasiado en los títulos alargo mi mano hacia uno de los libros más cercanos y acaricio su lomo antes de abrirlo. Percibo su inconfundible olor y me zambullo dentro de él.

Algo roza mi hombro al cabo de unos minutos, aunque me declaro incapaz de aventurar el tiempo que llevo leyendo. Quizás ha sido el sol que avanza y cuyo calor confundo con contacto. Vuelvo al libro y se repite la sensación, esta vez en la nuca, como si unos dedos invisibles levantasen mi pelo. Percibo un aliento cerca de mi oreja, casi un susurro, y un penetrante olor a violetas invade la habitación. O solamente soy yo la invadida, no podría asegurarlo. Giro la cabeza sabiendo que no voy a encontrar nada detrás de mí y sin embargo percibo que no estoy sola. Noto una pequeña presión en mis párpados y entiendo que quiere que cierre los ojos. La sangre se agolpa en mis sienes y mi pecho sube y baja al compás del ritmo marcado por sus inexistentes latidos. Noto mi piel arder y palpitar mis entrañas. El libro cae de mis manos a cámara lenta y se estrella contra la tarima en el mismo momento en el que mi interior explota.
Cuando abro los ojos la librería es un bullicioso lugar, con personas de todas las edades consultando libros y hablando entre ellas. No hay claraboyas, sino unas modernas lámparas en el techo que llenan el habitáculo de luz artificial. Hasta que no salgo de allí no recuerdo la frase que compuse uniendo las letras de los peldaños de la escalera de caracol. Pobre de aquel que no sueña.

Divagando, que es gerundio

martes, 2 de febrero de 2010

Antes de que una lectora de este blog caiga redonda muerta matada a causa de los efectos de oviovaísmo, y que por consiguiente la losa implacable de la culpabilidad caiga sobre mí y haga añicos mi rebuenismo emocional, me decido a escribir una nueva entrada.

Podría escribir sobre la honda, pero que muy honda, satisfacción que me produce saber que si sale adelante esa especie de proyecto que tiene en mente el gobierno, voy a tener que estar dando el callo hasta los 67 años. Ya me parecían excesivos los 65 para poderme dar el lujo de irme a vivir de las rentas a la orilla del mar con un wenorro cincuentón, así que ahora ando toda estresada pensando que tendrán que ser dos años más. Y yo no es que entienda mucho de economía, pero a ver... si tenemos cuatro millones de parados, que se dice pronto, no creo que bajar este número pase porque los que tenemos trabajo sigamos en él hasta el infinito y más allá.

Podría escribir sobre la bienhallada SGAE, con la que llevo batallando seis días ¡seis! a base de teléfono, fax y correo electrónico (que sólo me ha faltado el tam-tam) porque se empeñan en cobrarme algo que se pagó en su momento y que no hay manera de que lo encuentren. Prometo seguir informando sobre estos golfos apandadores.

Podría escribir sobre Caroline, una pacífica a la par que ardorosa ama de casa británica, a la que han condenado a ocho semanas de cárcel por hacer caso omiso a todas las amonestaciones anteriores que la requerían para que gritase más bajito al hacer uso del matrimonio. Todo el barrio de la buena mujer cree que están asesinando a alguien cada vez que ella pone los ojos en blanco y hasta se personó en la casa de un vecino un empleado del ayuntamiento para medir los gritos. El resultado de la medición arrojó la increíble cifra de 47 decibelios. Caroline, toda ofendida por lo que considera un ataque a su intimidad (una intimidad compartida con el vecindario al completo, eso sí) dijo que no iba a dejar de gritar y que lo único que podía hacer era fornicar por la mañana en lugar de por la noche, para así molestar menos.

Podría escribir sobre el día en el que por fin pueda estar en la puerta de llegadas internacionales del aeropuerto de Madrid, con el corazón desbocado y la sonrisa en mis brazos, los mismos brazos que llevan años ensayando aferrarse a su cuerpo. Desvelarnos hablando pendejadas, reirnos como si se acabara el mundo, mirar cómo trajina en mi cocina mientras se bebe mi vino, y sorprendernos cada minuto de que finalmente se cumpliera el sueño. Y morirme de tristeza cuando se vaya. Lloraré, lo sabes, pero...¿cuánto habré reído durante esos días?

Podría escribir sobre camas vacías y almas rebosantes, sobre calendarios que vuelan y sillas quietas, sobre barandillas que crujen y papeles ordenados, sobre teclas pulsadas y olvidos enrollados, sobre gaviotas inmunes y tildes con estrabismo, sobre sentimientos inanes y campanarios rajados, sobre llaves acartonadas y cartones oxidados, sobre tijeras sin ojos y peregrinos sin barba...

Podría escribir sobre todo eso y sobre más, pero creo que sería escribir demasiado.

Cada día me quiero más

lunes, 25 de enero de 2010

En un reino muy muy lejano, no hace mucho que vivía una princesa sin nombre, aquejada de una extraña enfermedad. Chamanes varios se reunían a menudo con ella en un vano intento para intentar descifrar las claves de sus dolencias. La princesa quería a todo el mundo menos a ella misma, cualquier cosa que emprendía irremediablemente terminaba en fracaso ante sus ojos aunque los demás vieran los triunfos, no tenía necesidad de enemigos que la perjudicasen porque ella era su peor enemiga, tenía tendencia a culpabilizarse si alguien le hacía un desprecio, llevaba siempre puesta una coraza que repelía palabras y hechos y lloraba por los rincones de palacio preguntándose continuamente... ¿por qué me tienen que pasar a mí estas cosas? ¿por qué me duele tanto respirar? ¿por qué la gente no actúa como yo actuaría? ¿por qué soy tan...así? ¿por qué nadie me quiere? y boludeces así.
La princesa aburría hasta a las ovejas con sus lamentaciones y dejaba pasar la vida sin interesarse por nada. Y naturalmente, nada se interesaba por ella, es lo justo. Las otras princesas de los reinos muy muy cercanos al suyo la invitaban a merendar chocolate con churros y aprovechaban para leerle la cartilla y ponerla de vuelta y media por su conformismo (menudas arpías las princesas) Cuando le decían que tenía que vivir de otra forma ella replicaba que se le había pasado el tempero (es que el reino muy muy lejano estaba en Oregón) y cuando le explicaban que fuera de palacio había cosas interesantísimas que ella ni imaginaba, exclamaba... ¡y a mí qué!
Ante esta situación que se repetía en cada merienda, las princesas de los reinos muy muy cercanos al suyo optaron por dejarla por imposible (menudas arpías las princesas) y que hiciera lo que le diera la gana, es decir, seguir autojodiéndose, que no sé si es una palabra muy ortodoxa para una princesa, pero es la que más se acercaba a la realidad.
Un día el rey, a la sazón padre de la princesa, enfermó de gravedad y la princesa se dio cuenta de que era una tontaina quejicosa. Descubrió que la vida es taaaaaan corta que merecería una somanta de palos por desperdiciarla con autojodiendas, y poco a poco comenzó a cambiar. Primero fueron cambios muy sutiles. Bueno, pensó la princesa, si alguien me dice que estoy guapa en lugar de responder: ¡bien, sartén! contestaré: ¡gracias!, si alguien me comenta que he hecho algo digno de elogio en lugar de responder: esto lo hace cualquiera, contestaré: ¡gracias!
Luego los cambios fueron más que evidentes, salió de palacio un poco más, empezó a cuidarse mucho más, se fue de vacaciones, se volvió positiva y alegre. Percibió que no era malo quitarse la coraza algún rato porque cierto era que podrían hacerle daño, pero no menos cierto sería que también podrían hacerle bien.
Y la princesa dejó entrar a personas en su vida que, efectivamente, unos le hicieron bien y otros daño, pero ya no se culpabilizó por lo último. Ella valía un potosí y medio y el que no lo viera que se pusiera gafas (y no, la princesa no tenía abuela)
**********************
Ayer fue un mal día. Un día de esos agilipollaos que tocan de vez en cuando y en los que te cuestionas hasta tu nombre. Volví a ser la princesa del reino muy muy lejano y volví a llorar por los rincones de palacio. En la cama comencé a pensar en todo lo que había avanzado y que nada ni nadie me iba a amargar el sabor de mi triunfo; que me gusta lo que ahora veo y así me voy a quedar, que no soy ni más ni menos que nadie, y que si las cosas que me gustaría que fueran de otra manera no lo son, no es porque yo no haya puesto de mi parte. Así que me dormí tranquila.

Evitadora

miércoles, 20 de enero de 2010

Uno que yo me sé me llama siempre sosa. Y he descubierto que tiene razón. Vamos, sosa no, sosísima. Esta tarde he hecho este test de trastornos de la personalidad y nada, oiga, ni un atisbo de paranoide, ni una miaja de obsesiva, ni un culín de esquizoide ni nada de nada. Un "moderado" en evitación, que es como un "necesita mejorar", un quiero y no puedo. Y para más inri, me desayuno ahora con que hay una personalidad evitadora (que dicho sea de paso, me viene que ni pintado por otros motivos)
Vaya hombre, lo único en lo que destaco un poco y ni sabía que existía.
Lo dicho, sosa no, sosísima.
Hala...hagan ustedes el test...si se atreven (que conste que eso de transtorno no es mío)









TrastornoGrado
ParanoideBAJO
EsquizoideBAJO
EsquizotipicoBAJO
HistrionicoBAJO
AntisocialBAJO
NarcisistaBAJO
LimiteBAJO
ObsesivoBAJO
DependienteBAJO
EvitadorMODERADO


Test de transtorno de la personalidad


Estoy rebuena como una pera pocha

viernes, 15 de enero de 2010

-¿Pero qué me estás contando? O sea, seis meses alimentándome como para que me den el premio Nobel de la bondad si es que lo hubiera, dejando que caduquen los bombones de la cesta de navidad en mi armario, haciéndole un corte de mangas a las tartas de manzana, los donuts, los helados, las almendras, los turrones, las grasas chorreantes, las patatas fritas y demás placeres engordantes para que no sólo no me haya bajado el colesterol sino que encima me haya subido. Meloxplique usté, si hace el favorcito.
-¿Te tomas las pastillas?
-Me tomo las pastillas y además hago una hora de ejercicio todos los días, para que no se sientan solas las pastillas y jueguen al corrolapatata con mis sudores.
-Pues hija, tú haces lo que tienes que hacer
-Ya veo, yo hago lo que tengo que hacer pero mi colesterol hace lo que le sale del LDL
-Algo así
-¿Y entonces?
-Pues entonces en lugar de la pastilla de 10 mg. a partir de la ahora te la vas a tomar de 20. Porque no sólo es que tengas alto el colesterol "malo", es que tienes muy bajo el colesterol "bueno"
-¿Y no se pueden hacer un apaño entre ellos, que para eso son hermanos de sangre?
-Jajajajaja qué cachonda
-Sí, pa cachondeces estoy yo. Hacer las cosas divinamente y no obtener resultados no me parece serio, que lo sepas
-(Encogimiento de hombros)
Así más o menos se ha desarrollado esta mañana la conversación con mi médico de cabecera (saludos, Miguel) en la que ha quedado de manifiesto que no vale de nada adelgazar, comer como una santa y hacer ejercicio, si tu colesterol hace de su capa un sayo. O sea, que en vez de decir que estoy rebuena, hermosa y esplendorosa, voy a tener que decir que estoy rebuena como una pera pocha. Bueno, en todo caso... lo de rebuena no me lo quita nadie. Y el buen humor tampoco.

Encuentro con el vampiro

viernes, 8 de enero de 2010

En octubre mi médico de cabecera (saludos, Miguel) me dijo que volviera después de navidades para repetirme los análisis y ver cómo marchaba de rumboso mi colesterol. Y yo, pronta y bien mandada he ido hoy al centro de salud a sacarme sangre. No encuentro una palabra para definir mis venas excepto inexistentes, así que normalmente me hacen una sangría, nunca mejor dicho. Hace muchos años haciéndome una curva de glucosa un señor con bata blanca y más alcohol en su cuerpo que la fábrica de La Zaragozana (ahora Ambar) en sus almacenes, me dijo que no tenía venas. Claro, desgraciao, pensé yo, y por eso llevas cuarto de hora buscándolas moviendo la aguja dentro de mi brazo. También ha habido veces que me han sacado sangre sin ningún problema. Profesionales les llamo yo a los que lo hacen.

Hoy me ha tocado un chavalito joven y en cuantito lo he visto he pensado: Uish, éste no sabe con quién se juega las jeringuillas. Pero no, el muchacho ha echado un vistazo a mis escurridizas venas y seguro que ha pensado: Uish, qué brazo tan encantador ( sí, sí, sigo en racha con mi superego...¿algún problema?) El chico en cuestión ha ido derechito a la vena y ha metido la aguja sacando sangre a la primera. Qué dominio, qué maestría, qué pericia, qué destreza, qué....qué... ¡que esa vena no es, prenda, que te has ido centímetro y medio a la izquierda! Claro, así ya podrás, valiente, con esa pedazo vena que se ve con el Maps Google. Si se desvía un poco más me saca sangre del codo.

Me coloca un algodoncito y me dice que me lo apriete durante cinco minutos. Sí, claro. Recojo de la silla el abrigo que me había quitado y al hacerlo tiro la bolsa que me llevo al curro y que hoy estaba más llena que de costumbre porque también me había cogido algo para desayunar después de quedarme sin sangre, no fuera a darme una lipotimia o algo peor. El contenido de la bolsa, a saber: dos tupper para la comida, uno con lechuga y cebolla y otro con bacalao con tomate, dos cocacolas light para aguantar ocho horas, un brick de zumo de frutas y un minisandwich de pavo envuelto en papel de aluminio, se desparrama por el suelo. Naturalmente el algodoncito que tenía que apretar durante cinco minutos se pierde entre la confusión y empieza a salirme sangre de la vena perforada, que yo intento tapar con la otra mano. El chavalín me dice...espera, espera, que te pongo un desto. ¿Que me pone un qué? un desto resulta ser una gasita con un trozo de esparadrapo. ¡Anda! ¿y por qué no me ha puesto un desto desde el principio? también son ganas de trabajar dos veces. Eso sí, muy amorosamente me ha limpiado los dedos con otra gasita, que supongo que a los que estaban esperando les daría yuyu ver salir a alguien en esas condiciones sangreriles.
Pero aprieta durante cinco minutos ¡eh! que sí, hombre, que voy, que primero recojo mis viandas del suelo, después cojo el abrigo, el bolso y la bufanda y por último con la mano que me sobra lo aprieto. No me agobiesssssss.

A SS.MM.(II)

martes, 5 de enero de 2010




La carta del año pasado aquí

Queridos Reyes Magos:

No sé si en Oriente veis la televisión, y si la veis no sé si os gustan las películas de Paco Martínez Soria. Era un tipo entrañable, que interpretaba como nadie el papel de aragonés cazurro y pueblerino, que tropezaba a menudo con sus propios pies y que solía poner su mano en la exuberante pierna de la maciza de turno diciendo: ¡ay! perdón, pensé que era la mía. Todo esto viene a que no hace mucho vi una película suya haciendo de taxista, con tres hijos a cual más calavera (o lo que en aquellos años consideraban calavera) El hombre en cuestión no podía dormir si no apoyaba la cabeza en el hombro de su mujer. A mitad de película, la esposa le retira el hombro porque están enfadados y cuando se reconcilian se lo hace saber diciendo: Esta noche hay hombro.

Que sí, Gaspar, que ya voy al meollo del asunto, ten paciencia.

A lo que voy es que vosotros tres esta noche tenéis en mi casa bizcocho de chocolate con nueces, unas tejas de almendra y una botella de anís, todo lo que os retiré hace unos años cuando dejé de creer en vosotros. Cuando te crees que eres mayor te embadurnas de arriba abajo con problemas de mayores y olvidas lo bien que sienta meterse a dar saltos en los charcos sin preocuparse de las manchas. Destierras botar la pelota o saltar a la comba mientras introduces en tu vida el "eso no se hace, eso no se dice". Cambias las risas contagiosas por los ceños fruncidos, las sombras chinescas por los nubarrones y los patines por las prisas. Siento haberlo hecho.

El año pasado os pedí una cosa, sólo una, y vosotros me la trajisteis. Sin rencores, sin tener en cuenta todos mis años de Judas. Este año os pido la misma. A cambio prometo irme a la cama pronto. Nerviosa, ilusionada, emocionada y expectante, como nerviosos, ilusionados, emocionados y expectantes se van todos los niños a la cama la noche en la que llegáis.